El principio
Al final solo había cuatro tipos que sabían de qué se trataba realmente Los Beatles (Paul McCartney. Foto Robada de Google) |
Recuerdo que había varios de música clásica (nada
interesante para un niño de 5 años), uno de Air Supply y una colección,
empacada en lo que pareciera ser una caja de madera, llamada “Beatles for
Export”. Era una colección de ocho discos que representaban cada año del
cuarteto de Liverpool (1962 a 1970). Por cosas de la vida, como que mi tía
quiso comprar la colección por cuotas y solo le alcanzó para los tres primeros,
es decir, 1962, 1963 y 1964, pero eso no viene al caso.
Tenía mi tía un tocadiscos bastante adelantado para su
momento, ya que funcionaba con la modalidad CD, es decir, solo bastaba con
poner el disco a rodar y hundir un botón -del uno al diez- y automáticamente la
aguja buscaba la canción que uno quería oír. Realmente era adelantado, además fácil
de usar para un niño que no conocía nada acerca de la importancia de saber poner bien un disco de acetato.
Un día cualquiera, con la curiosidad infantil que aún
conservo, le pedí a mi tía que pusiera ese disco que me había llamado la
atención, en cuya portada se veían cuatro (para mí) señores, con gafas oscuras
y con guitarras y batería. Ella, mi tía, por salir del paso, no acató más que a
poner el LP completo y dejarme solo ante la música que estaba por salir y -sin
saberlo- cambiarme la vida.
Yo estaba acostumbrado a otros ritmos, a otras canciones.
Para 1984 yo era un niño de cinco años, alrededor del cual se juntaba toda la
familia para oírlo cantar “Tierra Labrantía” o “Al sur”, canciones hermosas del
folclor nacional. Algunos de mis recuerdos favoritos de infancia ocurrieron sentados
mi papá y yo, comiendo sardinas enlatadas y oyendo “Se va, se va la lancha, se va con el pescador; y en esa lancha que
cruza el mar, se va, también, mi amor”.
Aún me parece increíble que recuerde eso con tanta
nitidez. Yo, de unos dos o tres años, sentado entre las piernas de mi papá, los
dos en el piso, y actuando como si estuviéramos manejando una lancha. Hay
recuerdos que se quedan, realmente, grabados en alguna parte de la memoria, esa
parte que te hace sonreír cada vez que te llega esa imagen. Gracias a mi viejo
conocí mucha de la que considero mi verdadera música colombiana: pasillos y
bambucos; tiples y guitarras. Para mí esa era la música, nada más.
Por eso cuando oí a los Beatles, mi mundo infantil se
sacudió.
Después de esa tarde -y a escondidas- volvía a poner el
mismo disco, una y otra vez. Repitiendo y repitiendo. Dos canciones,
particularmente, son las que resuenan siempre que vuelvo a esos días: I´ve
should have known better y I wanna hold your hand. Me encantaba el sonido de la
harmónica de la primera y el coro de la segunda. Lo balbuceaba, eso sí. Por qué
me gustaban? No lo sé.
Pasó el tiempo y después de haber estudiado a los
muchachos de Liverpool, supe que parte de su éxito se debe a las melodías que
usan porque, de alguna forma, reviven en el subconsciente ese lado infantil que
todos llevamos por dentro: ese juego melódico del coro de I wanna hold your
hand es, ni más ni menos, que el sonido más infantil que podamos reconocer. Por
qué? Porque es un juego sonoro, porque nos despierta nuevamente a esa época maravillosa
pero que todos olvidamos a las malas, sin saber el daño que nos hacemos.
(Espero dejar la duda para que vayan y oigan la canción y se den cuenta de qué
hablo, ahí queda enlazada).
Y si le gusta a una persona adulta, imagínese lo que
puede hacer con un niño.
Me envicié, me enamoré de ese sonido, de esa melodía
infantil. A mí no me importaba que fueran los mismos Beatles los que cantaban,
a mí solo me importaba seguir el ritmo, la música me hacía cantar sin saber lo
que decía. Yo solo era feliz, era un niño.
Antes pasaba horas con mi papá cantando la música “de él”,
y la quería, mucho; solo que ahora podría decir que, de alguna manera, los
Beatles se habían convertido en “la mía”.
Corto repaso de los Beatles
John, Paul, George y Ringo eran (los que se fueron) y son,
antes que cualquier otra cosa, personas comunes y corrientes. Nunca dejaron de
serlo. Que eran diferentes, sí. Que poseen un talento único, obvio. Que
cambiaron el mundo, claro! Pero nunca fueron más que cuatro personas, como tú o
como yo. Eso, justamente, es lo que siempre me ha gustado de ellos.
Por fuera del campo energético, de sus auras especiales y
de su talento innegable, son personas. Ríen, cagan, les da mal aliento, les da
sed, beben, comen; como tú, que también te da mal aliento, que también ríes. Lo
que trajeron consigo, eso sí, fue mágico.
Siempre me ha gustado justificar la importancia de ellos –ante
los detractores- en una frase:
analizarlos en retrospectiva es muy fácil, para valorar realmente su importancia
hay que ubicarse en su momento.
Solo duraron ocho años en el ojo público (1962-1970) y en
ese corto espacio de tiempo lanzaron trece álbumes –incluyendo la banda sonora
de Yellow submarine-: Please, please me; With the Beatles; A hard day´s night;
Beatles for sale; Help!; Rubber Soul; Revolver; Sgt. Pepper´s lonely hearts club band; Magical Mystery
Tour; Yellow submarine; White Album; Abbey Road y Let it be.
Dieron su ultimo concierto en 1966, cuatro años antes de
separarse y, sin embargo nunca dejaron de estar en el número uno de las listas.
Se volvieron aún más creativos, maduraron musicalmente (recuerda que son los
mismos de She loves you y Come together, así parezcan dos bandas diferentes) y
fueron pioneros en miles de técnicas con las que ingenieros de sonido graban
hoy en día. Esto, entre muchas otras cosas que seguro conoces ya.
Su música, sus conceptos musicales, sus canciones, sus
armonías, sus letras, sus éxitos, sus métodos de grabación, sus pintas, sus controversias,
sus creaciones y hasta su final; todo lo que tenga el sello Beatles ha influenciado
el mundo musical que ha seguido firme hasta nuestros días.
Alejo, acá te dejo mi historia de cómo conocí yo a los Beatles: http://blog.delectomorfo.com/2011/05/de-mi-relacion-con-los-beatles.html
ResponderEliminarLeída. Uno no olvida cómo los conoció
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