jueves, 30 de septiembre de 2021

ROJO

Por ahí volví a sentirlo. Hablemos de olores y del suyo que antes que aroma se siente como remordimiento. Y llegó y pegó fuerte. Por ahí volví a sentirlo. No era ella pero igual la buscaba. La curva, la mirada y la mano levantada para intentar agarrarla; hay canciones que suenan antes de ser compuestas. El espejo reduce y otra vez es esquiva. Se llega tarde cuando el reloj decía que era a tiempo. Mucha duda hacia las puntas, apenas roces y el avance y la marcha atrás. La idea es casquillera y sonríe y mira de reojo. Coqueta. Ni sé a qué venís, que tus visitas saben a nostalgia. A sabores de épocas que creía pasadas pero son tan presentes que asustan cuando pisan; porque pisan duro. Conocen el miedo y saben que por ahí es la vuelta. También volví a sentirlo. El olor y el miedo. Ya sabés dónde golpea, sabes dónde va el jab. Uno diría que a la mandíbula, de una buena vez, el knockout certero, a la lona. Uno, dos, tres, cuatro…si quiere deje ahí, señor juez, que este no se va a levantar. No es necesario que siga. Pies firmes, puños de apoyo y arriba. No fue el certero. Esta vez va lacerando, por los lados, todo al cuerpo para que la cabeza siga firme. Nada de nubarrones. 

 

¿Qué? Si la seguí con ganas de tocarla. Me mordí para aguantar y para el disimulo. Para maldecir la perra suerte que me agarró de inquilinato, que acá se quedó viviendo y yo pensando que era una visita corta. A veces paso la lengua por el relieve que quedó. Una cicatriz repasada por un ciego que imagina cerros donde solo hay dunas. Sequedad, aridez, soledad. Mejor hubiera…hubiera, la conjugación del verbo haber en pasado inútil. Incertidumbre sería mejor porque queda espacio para la duda y la duda es generosa y le guarda un rincón a lo que uno quisiera. Entonces la imagino. El gesto, la mirada, la frase que se oye aunque no fue dicha. No ha nacido quien le enseñe a mentir a los ojos. Dijeron más de lo hablado. Susurros que sonaron más fuerte que los gritos. La curva, el espejo, la mano, adiós, nos vemos luego, seguro, demás, a lo mejor, cuídate, lo haré, también vos, también tú, que suena más bonito, está bien, te miro, y yo a vos, que ahora se siente mejor, bacano esto de variar bobadas, a lo bien, dale, seguí, te espero, acá estaré, no me demoro, tomate tu tiempo, no colgués, ya te llamo, escribime mejor, dale, no me ves pero sonrío, a veces caramelo pero el de sal me gusta, anotado para el futuro, la lista es larga, mejor porque así no se olvida, me gustan los días lluviosos, siete forman la semana, hace siete que te espero, por qué llegaste tan tarde, pensé que llegaba a tiempo, todo pasa a tiempo.

 

Qué buenos rojos los de Almodóvar. Los amarillos también le quedan muy bien pero lo de los rojos es otro cuento. Hay gente que llegó a este mundo con información privilegiada. Adelantados del resto. Les da por mirar el mundo y lo que ven no viene en manuales de colegio. Que la canción, que la película, que la paleta de colores. La de Almodóvar viene con truco, demás que sí. A ese man los rojos le quedan muy bonitos. Mirá esa pared y decime si no ves ese rojo como diferente, como si luciera solo. Se ganó el casting de pura pinta, no tuvo que hacer mucho. Llegó, entregó el book y se paró al frente de la cámara. Cualquier otro lo hubiera agarrado así como venía y listo, pero no Almodóvar. El hombre sabía que esas cosas no pasan todos los días, no. Cómo va a dejar uno seguir de largo a un rojo así. Pero si es como cualquier rojo. No, cómo se te ocurre, miralo bien. Lo miro bien y sigue siendo un rojo como cualquier otro. Es que el problema es tuyo que no entendés bien lo que es esto. Mirá ese rojo que habla solo, que se exhibe y chicanea y dice yo soy más potente que el resto. Y llega el amarillo y se le planta cara a cara y se dan la pela y se la ponen dura al otro, pero el rojo tiene la mirada más firme y más profunda. El rojo es mayor de edad y tiene permiso para salir de noche. Es una pendejada eso, pero gana. Al menos para mí, gana. Qué buen color es el rojo. Qué color para marcar es el rojo. Malvado rojo. Malvado porque gustás y te quedás y ya uno no puede asomarse relajado a la ventana sin buscarte por todos los lados. Y sos esquivo y uno creería que vas a estar todas las tardes pero aparecés de vez en cuando y la tarde que se iba volviendo rutinaria agarra un impulso todo teso y ahora es una vaina toda loca, lo más de bonita y uno queda todo feliz esperando que al otro día vuelva a ser lo mismo pero no siempre decidís hacerlo y uno se va poniendo triste y después con putería y después nostálgico y después ya no te espera y uno cree que te está olvidando y después es como si vos supieras y aparecés otra vez y la tarde vuelve a ser diferente, incluso diferente de esa primera vez que apareciste, cuando no sabía que me gustabas, no sé si tanto pero creo que mucho, y después uno decide traerte como para darle vida a las tardes cuando se vuelven monótonas, porque ya entraste y te mostraste y uno que es todo ingenuo encontró en vos algo distinto y eso distinto le movió algo allá adentro, algo que vibra rojo, que muerde rojo, que huele rojo, que piensa rojo, que busca rojo, que lee rojo, que anhela rojo, que besa rojo. Malvado rojo. Malvado que pintás paredes y sofás y pijamas y cielos y bocas y cabezas y frutas y ropa y medias y camisas y sacos y que lucís muy bien con otros colores pero no con todos y por eso elegís bien y decís ve, mirá este blanquito tan bonito, me le voy a hacer al lado y lucen todo bonitos los dos y después que ve, mirá el negro y otra vez vas disimulado y te le hacés al lado y vuelve el espectáculo y seguís en esa pasarela que el suelo por donde pasás y vos, rojo, vos que vas con paso firme sabiendo que no sos cualquier color, que te las tirás de relajado y sabés que dejás estela, porque eso sí, no pasás de largo. Malvado rojo que me gustás.

jueves, 9 de septiembre de 2021

IMPULSO

 Pongamos que más que estrategia soy impulso, que no se me da muy bien eso de medir los pasos sino que me lanzo a la carrera, confiado, de súbito. Pongamos que no he sabido cómo ha sido esto de quererte, ni en dónde, ni desde cuándo, ni por qué. Digamos que lo fui haciendo y así como ha llegado me ha gustado. Que te he querido como algo recién descubierto, como el paisaje que aparece después de la curva, como el sabor que parece nuevo. Que si me preguntan que por qué sé que te quiero puedo decir que sigo buscando y no porque dude, sino porque sé que todavía puedo encontrar razones. Que podría decir que los corchos protegen sabores y guardan miradas. Que tengo amores conservados en bolsas a las que no llegaron bolitas. Diría que hay carreteras que llevan tu sonrisa. Que los hombros también extrañan. Que las almohadas no solo escuchan. Que los dedos buscan, como las bocas, como los besos. Que tengo un cuarto de sanalejo lleno de cachivaches, de minucias, de jabones para la cara, soles del mediodía y abrazos para el sueño, entre tantas otras cosas. Que hay olores que te cambian la ruta si es que creías que ibas hacia algún lado. Que el teclado sonríe por el destinatario. Los ojos con el remitente. Que aparecen sorpresas que siguen sorprendiendo. Que hay fotos que quisiera tomar mil veces. Que hay lugares que serán más bonitos con tu sombra y la mía, en el suelo, en una esquina; dependiendo del sol y de la tarde y de las luces. Que hay lunares que ya son destino. Pongamos que soy impulso, pero es que no se me da muy bien eso de medir los pasos. Con vos lo que provoca es caminar.