domingo, 22 de abril de 2012

Miedo/Calma

Atardecer de otoño en Lima, Perú, donde el niño juega con colores cada tarde (mayo 7 de 2011. Foto tomada por mí)
Nadie se daba cuenta de que ahí estaba. Y el man, fresco, tranquilo, mirando de reojo a ver quién lo miraba primero, haciéndose el de la gafa morada, sin dar visaje.

Yo lo había visto desde hace rato, pero me parecía increíble que fuera el mismo. No me la creía. Saber que era ese man que había conocido hace varios años, cuando yo estaba pequeño y él ya mayor. Por eso me sorprendí, porque no había cambiado nada. No envejecía. La misma piel, el mismo pelo, las mismas manos -no es que tenga un fetiche con las manos, pero las recuerdo clarísimas desde la primera vez que las vi-.

Y yo acá haciéndome el pendejo y qué va, ese man me tenía pillado desde hace rato. A mí me daba miedo, todavía me da. Cuando estaba pequeño me contaron muchas historias suyas, porque era famoso en el barrio.  Mis papás lo conocían y le tenían cariño, pero también respeto. El problema es que cuando uno es pequeño el respeto se llama temor. Le tememos a la oscuridad, al mar, a lo desconocido, cuando deberíamos sentir respeto.


Cuando uno es pequeño tiene la mente muy disparada y cualquier cosa que le digan le puede joder la vida para siempre. Pero mis papás no sabían de eso, ni yo tampoco, porque eso lo aprendí solo cuando crecí. Por eso me daba miedo.

Vos sabés qué es eso? Realmente has sentido miedo? Yo sí, uff. Yo he sentido miedo, y mucho. Una vez pensé que me iba a morir. No es de esas veces que uno dice “ay! Marica, casi me mato”. No, parce, yo realmente sentí que me iba. Alcancé a mirar para adentro y todo. No sé qué busca uno cuando se mira para adentro. De hecho, me parecía muy curioso que le dijeran a uno que cuando quiere encontrarse busque dentro de si mismo. Yo no entendía eso hasta que me pasó. Y miré adentro y no vi nada, vi todo negro, o blanco, la verdad ya ni me acuerdo porque en ese momento solo sentía que la vida se me iba, no sé cómo, pero se me iba y no podía agarrarla, para que se quedara adentro mío, para que no me dejara solo, ahí, cagado del susto, muerto de miedo.

Eso es. Es una sensación rara que uno hasta termina valorando después sin saber por qué. Demás que porque como uno tiene la cabeza fría cuando todo pasa ya no leda el mismo susto del momento. O a lo mejor es porque como ya está uno más tranquilo, pues hasta recuerda la situación y cree poder dominarla en caso que se le vuelva a presentar.

Pero también es raro no madrugar los lunes. Yo no madrugo desde hace cuatro años. Bueno, sí he madrugado, pero no TODOS los lunes. Pero de eso no estaba hablando, solo me puse a pensar en las situaciones extrañas.

Estoy seguro que mis papás nunca lo hicieron por dañarme la cabeza, pero de alguna manera lo lograron. No los culpo, para nada. Al fin de cuentas, ese man que está ahí parado, también tiene su lado amable, yo lo sé. Nosotros no hemos hablado mucho, la verdad. Como yo le temía, prefería sacarle el cuerpo cada vez que nos topábamos, pero sé que es amable. Parece un loco, de esos locos de cuentos de abuelitos que dicen que se lo van a llevar a uno en un costal. No joda! Para joderle la cabeza a un niño sí la tienen clara, jajaja!

Allá está ese man. Uy! Pilas! Ya me pilló. Qué va, no me voy a hacer el pendejo. A enfrentarlo se dijo. Se está riendo, así que se ve que es amable:


-          Qué hubo, llave?

No hay comentarios:

Publicar un comentario