jueves, 3 de mayo de 2012

Por ahí


Si algo he aprendido en la vida es que tan sabroso como el destino, lo es también el viaje; sobre todo si es por carretera.

Mi primer carro “propio” fue un Volkswagen escarabajo, color amarillo “algo”, que heredé en algún momento y sin proponérmelo. Era el carro de mi papá, pero yo siempre salía en él, hasta que un día, sin saber cómo, terminó siendo mío. Sobre sus 4 llantas hice mi primer viaje interdepartamental, solo, saliendo desde Medellín rumbo al eje cafetero. Año 2003.

Me acompañaron en ese viaje dos sánduches de jamón y queso que mi mamá me preparó la noche anterior, una coca cola 600 ml que se calentó antes de llegar al Alto de Minas; y un estuche con una colección de casetes que yo mismo había grabado un par de días antes (con motivo del viaje) a la que bauticé “Musiquita para viajar de noche” –volúmenes 1 al 10-. U2, Eric Clapton, Counting Crows, entre otros fueron mi banda sonora de carretera.

A ritmo rockero aprendí que Antioquia huele a humedad y moho desde Caldas hasta bien pasado Minas. Que el significado de paciencia y tedio se conoce bajando después de Santa Bárbara; y también que llegando a La Pintada el calor entra por la piel antes de golpear en seco la nariz.  

Gracias a ese viaje aprendí la importancia de disfrutar el momento. De sacarse el afán de la vida. Abrir la ventana, dejar que entre el viento a saludar y que la música suene, nada más. Hoy no tengo carro -me robaron dos, así que la vida me dijo disimuladamente que por ahora no lo necesito-. Prefiero montar en bicicleta y ése es mi medio de transporte.

También camino, como me enseñó Forrest Gump, mi personaje favorito de cualquier película. El personaje más honesto y más auténtico que he visto. El tipo que me hizo llorar cuando conoció a su hijo y sintió miedo porque no quería que tuviera su mismo problema. Era consiente de eso pero nunca sufrió, hasta ese momento. 

Mi personaje favorito siempre será Forrest, un tipo que a donde necesitaba ir, iba corriendo. Yo no tengo tanto afán ni tanto estado físico. Prefiero los pasos lentos. Igual llegaré, espero. Mientras tanto conservo el espíritu, así me pierda. En Medellín tenemos un dicho para cuando alguien está perdido: decimos que no va a llegar a ningún Pereira.

Pero llegar a Pereira es refrescante. Solo hay que cruzar Santa Rosa de Cabal y un par de curvas después se divisa la ciudad. Justo desde la curva del “hijueputazo”, como me dijeron que se llamaba. El curioso nombre, dicen, se da porque es el único lugar desde el que se pueden ver dos ciudades, hacia un lado Pereira y hacia el otro Manizales. Los de allá y los de acá dicen que “ahí está esa hijueputa ciudad” en referencia a la que no es la suya. Y Pereira está allá, abajo. Y al verla es inevitable sonreír, así como cuando sonríes porque te sorprendió la canción que no esperabas en la radio. 

La vida debe ser como la música, aleatoria.

Extraño viajar por carretera, yo manejando y con la ventana abierta. Si lo volviera a hacer le pediría a mi mamá que me preparara un par de sánduches de jamón y queso, de esos a los que el calor les pega en el punto exacto que hace que cuando los muerdas el pan se te pegue del paladar. Qué sensación tan maravillosa es esa. Y luego jugar con la lengua a despegarlo.

Los placeres de la vida vienen de tales formas que solo supimos que los tuvimos rato después, sin haberlos disfrutado lo suficiente. Por eso es mejor ir despacio.

La vida es simple, eso se lo aprendí a Forrest, que creía que era como una caja de chocolates, nunca se sabía cuál ibas a tomar. Para mí es como la música, donde la idea es que nunca se sepa qué es lo que va a sonar.

PD: Quedo debiendo la foto. Prometo que subiré una mía cuando la tome, en una carretera cualquiera.



2 comentarios:

  1. Buenísimo!!! leerte, fue remontarme a cuando te escuchaba desde el radiecito antiquísimo que había en la cocina de la casa de mis papás... ahora estoy lejos y extraño todo, así que rememoré con nostalgia desde la emisora hasta la vía a La Pintada!! jeje.

    Buenísimo, voy a devorar todo el blog... Abrazo!

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  2. Increíblemente cada vez espero más ansioso cada post, entrada o escrito (Como lo quieran llamar) para recordar y volver a sentir cosas de mi juventud. Alejo que chimb* como escribís.

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