domingo, 3 de junio de 2012

Regreso


Filtrando atardeceres antioqueños. San Antonio de Pereira. Mayo 24 de 2012, a eso de por la tarde (Foto Alejo Mejía)
Regresar a dónde, a ninguna parte. Si es el camino el que nos lleva, al fin de cuentas. Llegamos, partimos, nos vamos y volvemos. Somos nosotros mismos el eterno regreso.

De la casa salimos para armar una nueva que se parezca en algo a la de siempre. El regreso nos toma por sorpresa cuando creemos que realmente nos estamos yendo.

“Me gustaría irme tan lejos, tan lejos, que si diera otro paso más sabría que estoy regresando” me dijo alguna vez un amor de carretera. Digo de carretera porque fue un amor que pasó rápido, como el paisaje. Y viajamos juntos y regresamos separados y cada uno siguió su camino y ella se fue lejos, hasta donde los pasos son de ida y no de vuelta. Yo me quedé y nunca la esperé. Yo no fui como Penélope, la de Serrat. Para mí no hubo banco del andén ni trenes que esperar. Yo regresé, aunque nunca supe a dónde.

Regresé, supongo, al camino que alguna vez anduve y por el que creí perderme. Olí nuevamente los pinos en las mañanas y me dolieron las piedras en mis pies descalzos. Así fue mi infancia, a la que vuelvo de vez en cuando para recordar y no olvidar que el mundo se parece tanto que somos nosotros los que crecemos y creemos haberlo cambiado.

Regreso los domingos a la nostalgia de mi familia. Regreso con tantas ganas que comprendo que el viaje fue fundamental para saber que era amor lo que sentía. Veo a mis hermanos y regreso a las peleas que tuvimos y me pregunto cómo nos podemos querer tanto después de eso. Cierro los ojos cuando llueve y regreso al miedo que me daban los rayos y los truenos. Siempre regreso y aún no sé a dónde.

Me gusta volver, como el tango, al primer amor. Busco de alguna manera el sabor del primer beso.  El susto en el corazón y el tacto de la boca; la respiración que se corta de repente y los ojos cerrados. El golpe suave y en seco con unos suaves labios que se abren de a poco para saber que de ese lado también había miedo. Creo que siempre quiero un primer beso.

Vuelvo a la sonrisa ajena, a la sana coquetería. Vuelvo con llaves cambiadas y con amigos nuevos. Con teléfonos olvidados y caras borrosas. También regreso cada vez más viejo y, algunas veces, menos pesado. Y vuelvo con la ventana abierta, para que el viento me pegue en la cara. Vuelvo dormido y me quedo despierto. Voy y abrazo y cierro los ojos. 

Me enamoro cuando camino, de la boca perfecta, de la sonrisa pareja. Vuelvo y admiro y cuestiono.

Vuelvo y regreso a lo que siempre he sido.




5 comentarios:

  1. Constantino Kavafis, Itaca

    Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

    debes rogar que el viaje sea largo,

    lleno de peripecias, lleno de experiencias.

    No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

    ni la cólera del airado Posidón.

    Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

    si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

    emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

    Los lestrigones y los cíclopes

    y el feroz Posidón no podrán encontrarte

    si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,

    si tu alma no los conjura ante ti.

    Debes rogar que el viaje sea largo,

    que sean muchos los días de verano;

    que te vean arribar con gozo, alegremente,

    a puertos que tú antes ignorabas.

    Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,

    y comprar unas bellas mercancías:

    madreperlas, coral, ébano, y ámbar,

    y perfumes placenteros de mil clases.

    Acude a muchas ciudades del Egipto

    para aprender, y aprender de quienes saben.

    Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:

    llegar allí, he aquí tu destino.

    Mas no hagas con prisas tu camino;

    mejor será que dure muchos años,

    y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,

    rico de cuanto habrás ganado en el camino.

    No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

    Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

    Sin ellas, jamás habrías partido;

    mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

    Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

    Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

    sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

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  2. A mi nunca me ha gustado regresar en fin: ) buen escrito !!

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  3. Me gusta mucho tu forma de escribir <3

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  4. Tenía que leerlo. Me antojaste de otro primer beso, de una primera salida extraña y nerviosa, de otro primer regreso a los 15.

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