Yo, aún de treinta y dos |
Treinta y tres. Así, en seco. Treinta y tres años. Eso es
lo que sumaré este ocho en el historial de julios. No digo que de abriles
porque tendré que esperar un año más para que sean treinta y tres los abriles
que haya transitado en el camino.
Soy muy malo para los cumpleaños. Nunca he sabido cómo responder ese día; me da pena y sufro cuando alguien me felicita por el simple
hecho de hacer lo que todos los que estamos vivos hacemos año tras año: ser más
viejos. Dirán algunos que más experimentados, pero yo me siento cada vez más
ignorante. Creo que me equivoco más cuando escribo; que no soy tan
políticamente correcto como quisiera; que me gustaría decir tantas cosas, pero
que le temo al rechazo tanto como cuando tenía trece años.
Me gustaría decir que Lucas Arnau tiene éxito solo porque su
papá tiene mucha plata y muchos contactos y que si no fuera por eso no tendría
el éxito que tiene ni se comería todas las noches a la esposa que se come. También
quisiera decir que algunos comediantes no me parecen tan buenos –de hecho, algunos
muy malos- pero me toca saludarlos y hablar bien de ellos solo por diplomacia
de género. Lo mismo que pienso de tantos músicos, que si no hubiera sido por
payola no habrían llegado nunca a ser ni una cuarta parte de lo que, se supone,
son hoy en día.
Me gustaría decir que la televisión es una mierda y todo lo
que se ve ahí es falso. Que los que parecen amables son unos hijueputas y los
hijueputas demuestran que realmente son unos hijueputas. Contadas algunas
excepciones, claro está. Porque gente chévere también hay.
Me asusta tener treinta y tres años. Me asusta saber que un
tipo como Primo Rojas no tiene el éxito que ha tenido Alejandra Azcárate siendo
mil veces mejor que ella y que todos nosotros juntos. Y me asusta por dos razones: la primera, porque sé que nunca tendré ni una cuarta parte del talento
de Primo Rojas. Y la segunda, porque todavía no sé en qué país es que vivimos,
donde se necesita ser bonito para poder ser exitoso. No talentoso, exitoso.
Las personas más talentosas que he conocido están por ahí,
caminando relajadas, tomándose una cerveza sentados en un parque, sin
importarles un culo lo que el resto de la gente opine de ellos: Los envidio
putamente. Me encantaría poder ser así: un man relajado, de esos que se sienta
fresco a hablar mierda. Pero no, todavía siento que le debo caer bien a la
gente. En treinta y tres años no he aprendido del todo que eso que llaman fama
no es tan importante como ser uno mismo.
Treinta y tres años. Ni sé cuántas viejas me he comido –segurísimo
que son muy pocas-, pero sí sé que prefiero mil veces dar un primer beso. Se me
mueve más la fibra cuando eso pasa. Treinta y tres años y no le he perdido el
miedo a quitarme la camisa en público; Ni he aprendido a dejar de hacerme el
güevón cuando me invitan a rumbear. Treinta y tres años y apenas empiezo a aceptar
que me estoy quedando calvo; que hace mucho dejé de ser gordo; que me
arrepiento de tantas cosas que he hecho porque nunca entendí esa frase que dice
que uno no se debe arrepentir de nada. Yo sí me arrepiento, así esas cosas me
hayan traído hasta donde estoy.
Treinta y tres años. La edad de Cristo. Aprendí a dejar de
mirar el futuro con una luz brillante porque me he estrellado muchas veces,
quizás enceguecido por esa misma luz. Será que aprendí a ser más realista?
Demás que sí. Treinta y tres años y no dejo de cargar un eterno optimista que
se encarga de recordarme que si me despierto cada día debe ser por algo. Entonces
lo escucho.
Treinta y tres años y aún sigo esperando mi gran
oportunidad; la que me he buscado, por la que he luchado. Porque mis papás
nunca fueron de plata ni tuvieron muchos contactos. Porque no soy el tipo
bonito, de cuerpo perfecto y cabellera frondosa. Porque no soy un tipo
irreverente que habla de las relaciones de pareja como si me diera asco comerme
a la mujer a la que me sueño hacerle el amor todas las noches; la que es
imperfecta como yo y aun así me sigue queriendo.
Treinta y tres años y sigo contando. Esperando que falten
muchos más. Para mirar al final del camino si aprendí algo, si de verdad me volví más
sabio, si le perdí el miedo al rechazo, si valió la pena caminar toda esa
carretera con una banda sonora.
Treinta y tres…
Maybe this is not the dream that you had, but is the real life. WELCOME.
ResponderEliminar-Me encantó, simplemente maravillosa.
BACANO, SOBRE TODO LO DE LUCAS ARNAU, JAJAJAJA Y PRIMO ROJAS ES UN MONSTRUO, ALEJANDRA ASCARATE NO ME PROVOCA NI UNA LAGRIMA SIQUIERA
ResponderEliminar"la vida en si no tiene ningun significado, segun sea el ser, asi es la vida!
ResponderEliminarq buen texto para pensar cuando llegue a los 33 :p
Bueno feliz cumple amor platonico que te lleguen cosas hermosas, seguramente a futuro envejeceras pero lo que tienes en la cabeza y en el corazon no y eso te hace autentico.... no creo que cambies seguramente si las circunstancias y en el momento en que eso ocurra contaras con tu buena energia para agrontarlo. Felicitaciones alejoo att Plastilaina
ResponderEliminarPd: cerre twitter noo me olvides